Un
aliento ahogado resoplaba en medio de una casa en ruinas mientras ruidos de
madera vieja resonaban por todo el lugar. La única luz que iluminaba el lugar era la pálida luna
mientras que la respiración se hacía cada vez más fuerte. “Hola, ¿hay alguien allí?, ¿hola?” gritaba una voz joven mientras se
detenía a recuperar el aliento. Sus ojos nerviosos brillaban entre la pálida
luz lunar haciendo que sus pupilas negras brillaran como dos canicas, ¿Por qué
había aceptado ese tonto reto? Pensaba tragando saliva con la esperanza de que
eso lo ayudara a continuar, ni siquiera le caía
bien esos sujetos de la calle
Aguirre y hoy quería aparentar ser popular con ellos, con sus piernas temblando
camino hasta las estanterías de la vieja casa Rottman y paseo su mirada en
antiguas fotos y libros de extraños contenidos hasta que encontró algo de valor
para mostrárselos a esos sujetos, Ramón iba a estar complacido, no es que le
cayera bien ese mocoso manipulador y enfermo pero lo había retado y como todo
adolecente debía aceptar el reto, estaba de por medio su hombría después de
todo.
Los
dedos del muchacho se extendieron para agarrar el extraño collar que se
encontraba sobre un cráneo amarillento, al observarlo se dio cuenta que tenia
incrustaciones de oro, plata y esmeraldas y se empezó a preguntar porque
alguien dejaría algo tan valioso en aquel lugar, es decir, a pesar de que la
casa se decía maldita siempre habrá algún matón que entre a robar ordenado por
algún otro matón que es muy cobarde y perezoso para hacerlo.
Una
sonrisa se dibujo en su rostro cuando se dio cuenta que él era el matón en ese
momento y Ramón era el matón cobarde y perezoso que se lo había ordenado en
esta ocasión.
-
Todo por una chica – susurraba el muchacho
mientras observaba el extraño collar con la pálida luz lunar,
Un
crujido y luego pasos empezaron a resonar en el segundo piso cuando el muchacho
regreso de donde fuere que su mente lo hubiera llevado segundos atrás. Temiendo
que no hubiera sido el único con las suficientes pelotas para entrar en la
famosa casa de la masacre como se la llamaba opto por salir lo más rápido
posible con su premio.
Segundos
antes de salir una risa chillona resonó escaleras arriba mientras una sombra
más oscura que las otras que surcaban el lugar emergía al pie de la gran
escalera como observándolo. “Regresaras,
todos lo hacen” parecía susurrar aquella sombra mientras Anthony salía de
aquella casa por la misma ventana rota por la que había entrado.
Un
grupo de muchachos le corto el paso antes de que llegara a su casa y lo rodeo
en silencio.
-
¿Y?, ¿conseguiste algo o eres muy cobarde
para hacerlo? – dijo una voz algo gangosa.
-
Claro que lo conseguí – dijo el muchacho
mostrando el collar ante la mirada atónita de Ramón y los demás muchachos, pero
no era a ellos a quienes quería impresionar sino a aquella belleza de ojos
azules que se encontraba siempre cerca del grupo de la calle Aguirre. Sus ojos
parecían decirle que con ese acto se había ganado su respeto y sus gruesos
labios rojos parecían decir que pronto ganaría más que eso.
-
Bien huesudo, parece que si has sido hombre,
tomas ñaña, un regalo para ti – le dijo a una muchacha más alta que él y de
aspecto intimidante.
-
Se ve horrible pero igual todo regalo que me
das es horrible –dijo la muchacha observando el collar con sus negros ojos
fijos en las piedras brillantes.
Poco
a poco el interés por el objeto que Anthony había sacado de la casa Rottman fue
disminuyendo hasta que al fin él y Katty pudieron quedar a solas. Sus ojos se
cruzaron ante la destartalada casona y casi sin mediar palabra la muchacha
llevo al joven al descuidado jardín del lugar y ante aquella casa ambos se
besaron, fue el beso más hermoso para Anthony y al mismo tiempo el más
aterrador pues en medio de aquel romántico beso el joven volvió a sentir que la
presencia que había visto en las escaleras lo seguía observando desde la
ventana más alta de la casona.
-
Eres el único que ha vencido el juego, ahora
soy tuya – le susurro Katty al muchacho.
Las
palabras de la joven lo confundieron pero su deseo por estar con la joven de
ojos azules fueron más que su curiosidad y continuo besando su cuello y sus
labios mientras sus manos recorrían las piernas de la muchacha olvidando aquel
sentimiento de aprehensión que lo había dominado minutos atrás.
Antes
de dormir Anthony seguía reviviendo aquellos segundos en que sus labios se
entrelazaron con los de Katty pero no por las razones adecuadas sino mas bien
para tratar de olvidar aquella sombra que parecía haberlo seguido hasta su
habitación y emergía de cada mueble y en cada esquina observándolo con sus ojos
rojo sangre como acusándolo de algún desconocido crimen. Finalmente entre
sueños y le pareció escuchar una voz que le susurraba “el diario, lee mi
diario” mientras que otras cientos de voces parecían acallar aquella voz con
gritos de ultratumba.
Un
grito aterrador emergió de su boca helando la sangre de quienes lo escucharon.
Durante
una semana Anthony escondió sus pesadillas las cuales descarto al principio
como alucinaciones por haber escuchado tantas leyendas sobre la casa Rottman
pero cuando Bryan, el marihuanero amigo de Ramón fue devorado por lo que muchos
afirmaron era un perro rabioso de color negro su miedo a lo que había hecho
aumento hasta el punto que quiso compartirlo con alguien cercano a él
-
Te lo digo Alexis, primero estas pesadillas y
ahora lo que le paso al indio, esto no puede ser una coincidencia.
-
No te hagas flaco, esas cosas pasan todos los
días, mira si quieres te acompaño a esa casa para que busques eso que dices así
se te quita la huevada.
-
¿Estás seguro?
-
Si con eso se te quita lo gallina que te has
puesto sí.
-
No jodas, no soy gallina, lo que te digo es
verdad.
-
Si claro, rapidito me lo creo.
-
Bueno, allá tu, cuando estemos allá te darás
cuenta que te digo la verdad.
Y
dicho esto Alexis y Anthony se encaminaron a la vieja casona.
Un
inesperado viento frio los acompaño el corto trecho que dividía sus casas de la
casa Rottman, toda la propiedad estaba cerrada con cadena y pestillo con
excepción un agujero entre las rejas que daba al patio delantero y una ventana
del lado derecho que había sido rota hace algún tiempo atrás por una pelota que
nunca nadie quiso recoger.
-
Tal vez no deberías entrar – le encomio
Alexis, mientras miraba el largo callejón de casas iluminadas y normales que
estaban a sus espaldas.
-
Tal vez tengas razón, pero hay algo que me
llama además, si alguien ve que me acobardo no podría darle la cara a Ramón ni
a nadie del barrio, ni siquiera a ella.
Alexis
lo miro sorprendido y le reclamo: “¿Estás
loco pelado? Te estás dejando llevar por estos manes que se burlan de nosotros
todo el día y encima por esa pelada que estaría con cualquiera que le
demostrara algo de fuerza, digo, ¿Quién sabe qué mierda hay en esa casa? Mejor
vámonos y olvidemos el asunto”
La
insistencia de Alexis parecía un desafío cobijado en una advertencia e
instintivamente lo empujo de su lado y le dijo: “mira pelado si tú no tienes los huevos para entrar yo si así que corre
si quieres o espérame aquí pero yo voy a entrar, necesito entrar”
El
joven de ojos grises lo miro sorprendido por la repentina explosión de su amigo
y solo atino a mirarlo con algo de decepción y se aparto de su lado mientras
Anthony desaparecía en el interior de la casa Rottman.
En
cuanto ingreso por el ventanal roto su cuerpo pareció atrofiarse, volverse de
piedra y sintió ser arrastrado por una corriente que lo arrastro al interior de
la casa hasta sentarlo en una vieja silla cerca de la gran escalera. Mucho
lucho por correr, huir del lugar y alejarse de aquel tenebroso sitio para nunca
volver pero aquella fuerza que lo había atrapado aun se mantenía sobre el cómo
cientos de manos que lo mantenía sentado en aquella silla como si esperara a
hablar con alguien.
Un
sonido de pasos se empezaron a escuchar a los pocos minutos, primero, lentos y
pausados, luego empezaron a sonar más seguidos pero con igual lentitud hasta
formar una sombra de ojos brillantes que se deslizo escaleras abajo con una
aterradora lentitud, toc, toc, toc, toc parecían sonar aquellos pies al
deslizarse por los apolillados escalones hasta llegar a tres escalones antes
del fin de aquella impresionante escalinata, las sombras aun cubrían al extraño
sujeto que parecía estar vestido con harapos que flotaban ante una brisa que
bien podría provenir del mismo infierno, de pronto, la luz de la luna ilumino a
aquella sombra y mostro a una pálida mujer de ojos inyectados en sangre
sonreírle con los pocos dientes que le quedaban sanos mientras lo señalaba y
murmuraba: “tu, eres tu…”
Aquella
visión espectral hizo que toda la situación fuera demasiada para Anthony quien
grito aterrado mientras su cuerpo convulsionaba del miedo tratando de zafarse
de aquella fuerza sobrenatural que lo aprisionaba hasta que finalmente la silla
cayo golpeando su cabeza contra el sucio suelo de la casona.
La
oscuridad que precedió al desmayo se desquebrajo, su cuerpo parecía de piedra
mientras parecía flotar entre las eras observando el pasado de aquella casa y
su presente casi al mismo tiempo, una muchacha que quería demostrar que era
mejor que los muchachos del barrio, una prueba de valentía en un cementerio
olvidado y el robo de un antiguo collar en una tumba, sangre, demonios y
extrañas apariciones que torturaron a todos los participantes que terminaron en
horribles muertes que fueron escondidas por miedo y vergüenza; todo parecía una
montaña rusa de muerte y pesadilla de la que Anthony quería despertar.
Se
tapo los ojos, grito, lloro pero las imágenes perforaban su cerebro, de pronto
se sintió absorbido por una mano gigantesca que pareció surgir de la nada y
atraerlo al vacio una vez más.
-
No… - gimió Anthony mientras se levantaba del
piso de la antigua casa, sudoroso y con los ojos llenos de lágrimas.
-
Si – susurro la anciana señora con cara de
desquiciada mientras lo observaba esgrimiendo una macabra sonrisa – ahora tú y
tus amigos poseen la maldición, ahora es tu deber regresar el collar a la tumba
o sufrir las consecuencias.
-
No quiero hacerlo, tengo miedo, no quiero
hacerlo.
-
Parece que no entiendes, lo que te digo no es
cuestión de elección, es todo parte del juego y yo te desafío a que lo hagas –
susurro la anciana señora mientras su piel se iba cuarteando como una vieja
muñeca y cayendo al piso por pedazos.
Piel,
órganos, cabello se iban desprendiendo de aquel maltrecho cuerpo como si de un
antiguo muñeco se tratase volviéndose polvo al tocar el suelo, la sangre ya
negra y putrefacta manchaba el piso como si hace tiempo hubiera dejado de manar
vida en ella, antes de volverse polvo el esqueleto que ahora era aquella
anciana balbuceo: “Soy libre, ahora el
juego lo continuas tu, yo te desafío” y dicho esto se volvió polvo por
completo y aquella fuerza que parecía aprisionarlo desapareció del cuerpo de
Anthony dejándolo más asustado y confundido que antes.
Poco
a poco los muchachos que acompañaron a Anthony fueron muriendo, ahogados,
mutilados, desmembrados hasta solo quedar Ramón, su hermana y Anthony. Las
casas del barrio desfilaban con crespones negros y llantos ahogados por las
muertes de hermanos, hijos y sobrinos de formas tan macabras como inesperadas.
Habían
pasado una semana desde que empezaron las muertes, dos desde que la joya fue
robada y tres minutos desde que los sobrevivientes juntaron el valor necesario
para reunirse y hablar de lo sucedido.
-
No entiendes que esto está pasando por
nuestra culpa – insistía Anthony nervioso, casi gritando.
-
No, no mijito no metas a mi hermano y a mí a mí
en tus tonteras – intervino la hombruna muchacha apartando a su hermano de la
discusión en interponiéndose entre ambos.
-
Después de lo de Katty no puedo creer que no
se den cuenta.
-
A mí no me gusta la gente que me saca en cara
las cosas – balbuceo Ramón nervioso.
-
¿Sacándote en cara? Solo te digo la verdad,
te recuerdo lo que parece que has olvidado, que tú me desafiaste a entrar a esa
casa y ahora esta tontera está pasando, ¿crees que es coincidencia?
-
Mira peladito no sabemos, podría ser, podría
ser, a lo mejor un loco por ahí, solo hay que tener cuidado, lo que si se es
que no devolveré mi joyita ¿ok?
-
Ya vez, mi ñaña ya lo dijo así que lárgate
antes de que te parta como un palillo – bromeo Ramón.
El
muchacho trato de hablar, de encontrar una forma de hacerlos entender, pero se
dio cuenta que cualquier cosa que hiciera seria una pérdida de tiempo, opto por
irse no sin antes decir unas últimas palabras a sus supuestos amigos: “¿saben? Pensé que eran mis amigos, mande a
la mierda a mis antiguos conocidos por encajar con ustedes, ahora me doy cuenta
que soy aun peor que ustedes por haberlo hecho, tal vez lo que nos espera sea
justicia y no un castigo después de todo”
Ramón
y su hermana le hicieron poco caso a sus palabras y aunque nerviosos regresaron
a su casa para dormir, el miedo y el terror de los días anteriores les había
drenado las energías por completo. La casa estaba vacía, su madre había salido
al casino y no regresaría hasta entrada la madrugada sin el dinero del mes, eso
lo sabían ambos; un silencio sepulcral inundaba el barrio y la casa y un
silencioso escalofrió recorrió la espalda de ambos.
-
Oye no es que le crea al espantapájaros ese
pero, ¿Qué tal si dormimos juntos? – pregunto la hermana de Ramón al tiempo que
se mordía las uñas nerviosa.
-
Si ñaña, lo que sea por ti – mascullo el
muchacho tratando de ocultar el miedo que empezaba a acrecentarse dentro de él.
-
Voy a lavarme los dientes, espérame un rato
¿ya?
-
Bueno pero apúrate, este pasillo me pone
nervioso.
-
Ya, ya, no jodas – respondió su hermana dando
un portazo que interrumpió aquel mórbido silencio para luego volver a inundar
el lugar con su sepulcral poder.
Sonido
de un insistente cepillo de dientes y del agua corriendo era lo único que
calmaba a Ramón, después todo se detuvo, un golpe seco, sonido de cadenas, un
grito ahogado y luego volvió la tétrica calma.
-
Ñaña, ¿estás bien?, ¿ñaña?
No
hubo respuesta, la mano nerviosa del muchacho se fue acercando al pomo de la
puerta lentamente, un sonido de una respiración ahogada lo detuvo, un liquido
pegajoso empezó a abrazar sus pies descalzos lo cual hizo que bajara su mirada
y observara un gran charco de sangre fluir desde dentro del cuarto de baño, una
risa profunda, oscura emergió detrás de la puerta de pronto empezó a hincharse
la madera como si respirara. Ramón no supo qué hacer solo atino a gritar como
niña mientras corrió fuera de la casa y se escondía detrás de un árbol a llorar
hasta que amaneció.
El
amanecer en aquel pueblo fue silencioso, siniestro, no se escuchaba el sonido
ni del grillo ni del ave, solo la respiración ahogada de Anthony y los gemidos
lejanos de seres que se ocultaban en las sombras pero que cuyos lamentos no
eran humanos.
-
¿Hola? – susurro el muchacho tratando de
recomponer su quebrada voz.
No
hubo respuesta solo los gorgoteos y gemidos de seres que no provenían de este
mundo acompañado de pasos lentos que parecían acercarse hacia el aterrado muchacho.
Un siseo casi como un llamado apagado emergió de un arbusto cercano a donde se
encontraba Anthony. Era Ramón quien aun con miedo a hacer contacto con otros
ser vivo quiso arriesgarse a llamar al joven ya que su aprensión a estar solo
era mayor a la de estos espectros que rondaban el pueblo.
-
Qué bueno que te encontré, pensé que era el
único que quedaba.
-
¿A qué te refieres?
-
¿No lo sabes? Todos los demás están muertos o
bueno muertos en el sentido en que ya no respiran y se levantaron y empezaron a
devorar a los que aun les quedaba pulso y estos a su vez se volvieron como
ellos.
El
rostro del delgado muchacho se formo en una máscara de terror en la que se
dibujo una sonrisa que se transformo en una carcajada que resonó en todo el
pueblo.
-
¿Estás loco esqueleto? Esas cosas se darán
cuenta que estamos aquí – le reprendió Ramón.
-
Ya no importa, la joya, aun la tiene tu
hermana, se lo que sea ya es tarde, se propago más rápido de lo que mi valor
pudo desarrollar y por mi falta de valor esta cosa ya no tiene remedio.
-
¿De qué chucha hablas? Sabes que, no me
gustara la soledad pero prefiero arriesgarme mil veces con esos engendros allá
afuera que arriesgarme escondido en este arbusto con un huesudo loco como tu –
farfullo Ramón mientras se alejaba de Anthony.
-
Ya nada importa, sueño con un mundo sin
futuro a partir de ahora, una tierra sin alma en la que los seres del mas allá
toman cuerpos inertes todo por culpa de una serie de desafíos absurdos que
nunca debieron haber sido tomados en cuenta. Lo que sea que se haga de aquí en
adelante no podrá empeorar la situación de este pueblo donde los muertos se han
levantado para devorar a los vivos.
No
lejos de allí Ramón había sido alcanzado por uno de esos seres cuya piel se caía
a pedazos y su palidez sepulcral parecía una máscara de éxtasis al devorar la
carne del muchacho el cual gemía en una mezcla confusa de placer y dolor al
tiempo que trataba de advertir al Anthony que en pocos segundos iba a ser
rodeado de aquellos seres que lentamente lo rodeaban para que irremediablemente
convertirlo en uno de ellos.
-
Una historia se acaba y otra empieza –
murmuraba el delgado muchacho mirando las vacías cuencas de Ramón mientras era
devorado por lo que alguna vez fue su hermana mayor – finalmente gane el juego.