8.3.24

Los gatos lectores

 






Érase una vez dos gatos de piel azul como el cielo diurno que amaban leer. Sus nombres eran Percival y Opalo. Rechazados por ser diferentes, se refugiaron en una cueva hasta que fueron adoptados por una niña llamada Ana, hija de una bibliotecaria y un escritor.


Por un tiempo eran felices escuchando las historias que Ana y sus padres narraban o jugando entre ellos. Hasta que un día, a principios del invierno, Percival y Opalo, luego de aprender a leer el idioma de los humanos, se acercaron a su árbol favorito donde un cuervo ciego había dejado caer un enorme libro, el cual emocionados intentaron leer. A mitad de su lectura se fijaron en una luz brillante que se posó en la rama más alta del árbol la cual parecía atrapada. Curiosos dejaron el grueso libro y al acercarse pudieron ver a una criatura mágica. ¡Era un hada!

- ¿Que hacemos? ¿Nos la comemos? - pregunto Opalo.
- No seas tonta, vamos a ayudarla - dijo Percival sacudiendo las ramas y liberandola.

El hada agradecida les dijo que les concedería un deseo. Los gatos de pelaje azul se miraron emocionados y empezaron a discutir en maullidos bajos imaginando posibles cosas que ambos deseaban hasta que llegaron a un acuerdo ronroneando felices.

- Deseamos poder leer cualquier libro que queramos sin importar el idioma y poder entenderlo - dijeron al unisono.
- Concedido - exclamo la pequeña hada tocando con suavidad la rosada nariz de los dos gatitos - Ahora pueden leer cualquier libro que toquen.

Percival y Opalo estaban muy emocionados. Bajaron del árbol y corrieron a la casa. Empezaron a leer todos los libros que podían encontrar.

Leyeron sobre animales, sobre aventuras, magia. Leyeron hasta que sus ojos se cansaron y cuando durmieron siguieron leyendo en sus sueños.

Cuanto más leían, más aprendían. Se instruyeron sobre el mundo que los rodeaba, diferentes culturas e idiomas.

Pronto los dos felinos de azul pelaje se convirtieron en los animales más inteligentes del bosque. Todos los habitantes del lugar que los conocían acudían a ellos en busca de consejo.
Un día, un grupo de animales llegó a ver a Percival y Opalo, quienes descansaban al pie del árbol donde su deseo fue concedido. Estaban preocupados por un incendio que se había producido en el bosque.

- Tenemos que hacer algo - dijo un ciervo.

- Pero, ¿qué? - preguntó un conejo.

- Allí estan Percival y Opalo mas que seguro tienen la respuesta - aseguro el ciervo.


Los animales fueron a verlos y les explicaron  explicaron sobre el incendio con la esperanza de ser salvados por ellos.
Percival y Opalo pensaron por un momento preocupados por su vida y la de su humana quien los cuidaba. Luego de unos instantes, recordaron un libro que habían leído sobre cómo apagar incendios.

Sacando sus uñas dibujaron indicaciones en la tierra dándole a los animales las instrucciones para que puedan apagar el fuego.

En cuanto los habitantes del bosque eliminaron el incendio se reunieron alrededor de Percival y Opalo para darles las gracias.
Los pequeños felinos estaban felices de haber ayudado. 

En ese momento se percataron que podían usar su amor por la lectura para hacer del mundo un lugar mejor.



Y vivieron felices el resto de sus días.
 


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