“No existe el racismo a la inversa”
exclamó mi profesor de estudios sociales en medio de una clase sobre la
esclavitud en América del siglo diecinueve a lo que muchos nos quedamos
sorprendidos de escuchar eso pero decidimos que continuara su discurso con la
esperanza de entender mejor su punto.
-
…quienes más han
sufrido han sido las minorías étnicas y por supuesto las mujeres por lo tanto
el hombre blanco no tiene derecho a nada más que a disculparse eternamente por
los pecados que cometieron sus abuelos y los abuelos de sus abuelos.
Yo
no pude más y superando mí timidez alce ligeramente la mano y parándome de mí
asiento le hable lo mejor que pude intentando a duras penas superar mi miedo a
las multitudes:
-
Profesor,
entiendo en parte su punto de vista pero, ¿no cree que esas fueron acciones de
personas con una actitud muy distinta a la de nosotros? Es decir, técnicamente
mi piel es blanca pero como latino en una universidad norteamericana soy una
minoría étnica pero sus palabras indican que yo soy parte del problema
incluyendo a todas esas personas que han muerto a quienes probablemente estaría
más que en desacuerdo con ellas.
La
clase quedo en silencio, el profesor se puso pálido – o lo mas pálido que su
piel morena podría permitirle- y golpeo con su libro el escritorio, poco a poco
la mayoría de mujeres y latinos de piel morena y cabellos pintados de los
colores del arcoíris empezaron a murmurar palabras crueles como “misógino” “racista” o incluso “nazi mal
parido”. Empecé a sentirme juzgado por haber expresado una opinión que no creí
que fuera inválida sino un punto de vista más coherente del que mi maestro nos
quería imponer.
-
¿Cómo puedes
decir eso? – dijo una mujer de piel morena – eres blanco, tienes toda la
facilidad de que no te juzguen por tu color de piel.
-
Supongo que me
es muy difícil comprender como a mediados del siglo 21 aun exista gente que lo
haga, yo no lo hago pero veo que ustedes y probablemente muchos gente de piel
blanca aquí lo haga pero que digan que no existe el racismo a la inversa, ósea
que no pueda haber odio racial de parte de la gente de otra razas y solo de los
blancos y encimas especialmente de los hombres blancos es una visión racista en
sí, cuando vine aquí esperaba otro tipo de enseñanza y…
No
pude terminar mis palabras, todos los alumnos y el profesor empezaron a
golpearme con puños y libros hasta que me amarraron y me entregaron a la
policía, cuando pregunte los cargos me dijeron: “Se te acusa de intento de
violación, racismo y misoginia”
Discursos
y acusaciones de pertenecer a grupos terroristas, de supremacía blanca e
incluso aria, a pesar de que no solo era latino sino de ascendencia judía pero
todos hacían oídos sordos a mis explicaciones, ya me habían juzgado y solo
pensaban en la mejor forma de condenarme.
Ya
ha pasado un mes, me hubiera ejecutado de no ser porque no soy de este país
pero es probable que pase mucho tiempo antes de ver la luz del sol, el gobierno
femenino mayoritariamente blanco de Estados Unidos ha decidido dar un ejemplo
conmigo, una mujer(por lo menos creo que es una mujer) musculosa de casi dos
metros ingresa a mi celda, es la primera persona que veo en meses, la guardia
que ha abierto la puerta anuncia:
-
La presidenta ha
decidido una sentencia apropiada para un hombre blanco, heterosexual como tú.
La
mujer gigantesca permanece en silencio apretándose sus enormes puños,
observándome con una incómoda sonrisa, yo no puedo quitar mi mirada de ella pero
atino a preguntar qué está pasando.
-
Luego de haber
hablado con el gobierno de tu país hemos decidido dictar una sentencia
diferente, ¿estás listo para cumplirla? – dijo la guardia desde la puerta
abierta de mi celda.
-
¿Una nueva
sentencia? No entiendo, solo expresaba una opinión, esto no tiene lógica.
La
guardia no me respondió y mirándome con desde saco un papel del bolsillo de su
pantalón café y exclamo:
-
Hombre blanco
heterosexual con el privilegio de ser latino, el gobierno Feminista de los
Estados Unidos de Norteamérica te condena por tus palabras que incitan a dudar
de nuestras sabias doctrinas a… ¡Muerte por snusnus!
-
¿Qué?
-
Que ella te
culeara hasta matarte – dijo el guardia cerrando la puerta de metal.
En
estos momentos tengo las dos piernas rota, estoy sangrando de la nariz y la
lengua, estoy escribiendo todo esto en el papel higiénico mientras esta bestia
con senos descansa antes de que vuelva a cogerme como su muñequito de goma,
nunca he estado tan feliz y tan adolorido como ahora. Espero que este relato
llegue a alguien. Está despertando, esta húmeda, no quiero morir, por lo menos
no así, era una opinión, solo una opinión.