(Un viejo poema de mi autoria)
En
la oscuridad del destino encontré,
Tus
ojos,
La
prueba del amor en su esencia,
Mi
corazón yerto cobró vida de nuevo,
Mi
alma marchita rejuveneció en tu presencia.
Tus
labios hablaron susurros misteriosos,
Movimientos
suaves,
Develando
secretos profundos,
Que
solo nosotros conocemos,
En
mundos más allá del mundo.
Eres
aquel a quien amo,
Sin
conocerte del todo,
Una
figura enigmática,
Un
enlace sobrenatural,
Con
ojos que ocultan misterios insondables,
Y
labios que susurran promesas mortales.
El
destino nos unió en esta danza oscura,
Para
llenar mis días con una alegría siniestra,
Serás
mi veneno y mi cura,
Hasta
que el tiempo se desvanezca y la eternidad nos convoquen.