Es solo una parte de mi autobiografía luego de enterarme los rumores que hablan de mi sin conocer a ciertas personas:
La mayoría de los artistas
ecuatorianos no triunfa, y no es solo por la falta de apoyo estatal, la escasez
de oportunidades o la indiferencia del público. Es porque están demasiado
ocupados intentando hundir a otros artistas. No importa si tienen talento o no,
si su obra vale la pena o si están construyendo algo valioso. Lo que importa es
no dejarlos sobresalir, no permitir que alguien más logre lo que ellos no han
podido alcanzar o que siquiera los alcancen. Es un miedo disfrazado de crítica,
una batalla absurda en la que nadie gana, pero muchos pierden.
Yo nunca me vi a mí mismo como un
gran artista. No tenía esa arrogancia de creerme una figura trascendental en la
literatura o el arte. Es más, durante mucho tiempo ni siquiera estaba seguro de
que mis obras valieran la pena. Solo empecé a creer en ellas cuando la gente me
lo dijo, lectores y colegas escritores me aseguraban que escribía bien, que mi
estilo era descriptivo, atrapante, que lograba transmitir lo que otros solo
intentaban. No fueron los premios, ni las críticas, ni los círculos literarios,
bueno estos últimos ayudaron bastante, pero quienes me convencieron de mi
talento fue el lector.
Con el tiempo, mis libros, mis
cómics, mis historias empezaron a venderse. No de manera descomunal, no al
punto de volverme una celebridad, pero sí lo suficiente como para vivir de
ello. Y eso es más de lo que la mayoría puede decir en este país. No lo logré
por estar destruyendo a otros, sino por enfocarme en mi obra, en construir algo
propio, que resonara más allá del ego y de la competencia absurda.
Por supuesto, esto no me ha librado de ser el blanco de ataques...