En la literatura al igual que en la vida se crece, se vive se sufre e irremediablemente se muere pero nunca se olvida, ese es el caso de nuestro maestro y amigo Jorge Enrique Adoum quien dejo nuestro mundo para hacer un viaje sin retorno. Un gran vacío nos deja este gran poeta en el Ecuador quien desde hoy ocupa el lugar de las leyendas literarias.
Descansa en paz gran amigo, poeta y maestro.
En su honor, un pequeño pero poderoso poema sacado del Poemario EL AMOR DESENTERRADO:
Cuando ciegos o en la sombra la caricia presiente el hueso
al pasar la mano como un pañuelo que enhugara
el movimiento de rotacion del hombro,
o en el acto del amor la columna acostada de la nuca al calcañar,
es posible ir encontradndo el relieve absoluto
-negacion duradera de lo fugaz a que nos aferramos-,
besar las costillas que ignoramos a causa de los pechos,
buscar al fondo de la sagrada convexidad de la cadera
el hueso plano, espejo donde me reconozco,
morder el femur en donde estuvo el muslo,
tocar al fin por dentro la maquinaria humana
que trepida y no solo la que suda,
con la misma ternura, el mismo miedo
con que en la deseperada lujuria
uno toca a la mujer, con miedo a que desvanezca
(mujer siempre de paso),
orgulloso de haberle añadido lentitud al instinto
y, como los descubridore, vamos nombrando regiones, miembros,
diciendo: planicies, hondonadas, colinas, afluentes,
valles, montañas, lago entre dos ramales:
terminos sustantivos de una facil geografia de retorcida pereza
porque no conocemos el esqueleto de la mujer sino el paisaje.
al pasar la mano como un pañuelo que enhugara
el movimiento de rotacion del hombro,
o en el acto del amor la columna acostada de la nuca al calcañar,
es posible ir encontradndo el relieve absoluto
-negacion duradera de lo fugaz a que nos aferramos-,
besar las costillas que ignoramos a causa de los pechos,
buscar al fondo de la sagrada convexidad de la cadera
el hueso plano, espejo donde me reconozco,
morder el femur en donde estuvo el muslo,
tocar al fin por dentro la maquinaria humana
que trepida y no solo la que suda,
con la misma ternura, el mismo miedo
con que en la deseperada lujuria
uno toca a la mujer, con miedo a que desvanezca
(mujer siempre de paso),
orgulloso de haberle añadido lentitud al instinto
y, como los descubridore, vamos nombrando regiones, miembros,
diciendo: planicies, hondonadas, colinas, afluentes,
valles, montañas, lago entre dos ramales:
terminos sustantivos de una facil geografia de retorcida pereza
porque no conocemos el esqueleto de la mujer sino el paisaje.
1 comentario:
La poesía trasciende el tiempo y el espacio. La poesía siempre será hermosa e inmortal.
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