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Jackie y Manuel caminaron al interior del gran edificio que alguna vez fue el orfanato donde el anciano vivió su infancia. La joven se empezaba a impacientar.
- Manuel, puede dejar de lado toda esta mierda y decirme qué trama.
- Las mujeres de hoy en día son demasiado directas, no hay diversión en eso, en otros tiempos podía usar este mismo teatro de ahora y partir a cualquier mujer en tres partes, en la alcoba, la cocina y la sala.
Al decir eso el hombre lanzó una carcajada estruendosa deteniéndose en medio del patio, irrumpiendo el silencio de aquel edificio vacío. Jackie lo miró con sus ojos claros con una expresión de asombro por aquellas palabras al tiempo que trataba de decir algo; no sabía si sentirse ofendida o compartir la risa por aquel comentario tan inusual.
- Disculpa mi niña, no siempre puedo decir algo como eso, usualmente trato con gente tan estirada que no puedo sacar mi verdadero yo a flote, pero tienes razón, debo darte una explicación de porqué hago lo que hago; vamos a la vieja rectoría, ya está adecuada y allí te explicaré porqué fuiste elegida tú para escuchar mi historia, sígueme y sabrás la verdadera razón.
La mujer se dio cuenta que no iba a lanzar otro flashback sobre su infancia ni iba a divagar evadiendo la pregunta, esta vez iba a responder aquella pregunta que había quedado en el aire desde la primera vez que le propuso este extraño trato.
- De acuerdo – dijo Jackie – no más historias, por lo menos hasta que me dé una razón para escucharlo, ¿está bien?
- Si, por completo – dijo Manuel mientras la guiaba a aquel salón donde empezó a contarle aquella historia sobre su vida y su infancia, la oficina del dirigente del orfanato al que todos llamaban El Conde.
El camino dentro del patio fue bastante lento y empezaba a desesperar a Jackie, quien se sentía impaciente por la lentitud con la que el viejo fotógrafo caminaba hacia la antigua oficina, ¿cuánto podría tardarse? Era la pregunta que se hacía en su interior la joven vendedora. Parecía que llevaban horas dando pequeños pasitos hasta aquella oficina y finalmente llegaron al lugar, la puerta se abrió haciendo el mismo ruido que había hecho la primera vez que entraron al lugar.
El salón había sido restaurado, ahora era un salón de constante exhibición para antiguas fotos que el anciano poseía; algunas de sus primeros años en el orfanato.
Manuel encendió la luz que parpadeó un poco antes de que el lugar fuera iluminado completamente. La antes oscura y húmeda habitación que alguna vez fue la lujosa oficina de un misterioso extranjero, ahora era una constante exhibición de momentos congelados en la historia.
- ¿Qué es este lugar? – preguntó Jackie sorprendida por el completo cambio que sufrió la habitación en tan poco tiempo.
- Esto, mi querida niña, es una sección de mi memoria, son mis recuerdos de momentos que me son especiales.
- No entiendo.
- Tal vez lo entiendas cuando te lo explique de forma más detallada, por favor toma asiento y te lo explicaré.
Hubo por unos segundos un silencio perturbador mientras el viejo fotógrafo escrutaba en los ojos de Jackie como tratando de hallar un modo fácil de explicarle lo que tenía en su cabeza. Finalmente lo dijo:
- No veo un modo sencillo de decirlo, finalmente creo que el mejor modo de decir algo importante es decirlo directamente; sin embargo es mucho más divertido darle vueltas al asunto, me alegra el día – sonrió Manuel.
- Le estas dando vueltas al asunto a pesar de que acabas de decir que no lo harás, ¿podrías explicarte sin tanta vuelta?
Manuel suspiró suavemente y se acomodó sobre una silla.
- Sí que sabes cómo quitarle la diversión a la conversación, mi niña.
- Su “diversión” como lo llama, me está empezando a calentar y le agradecería que me explique de forma directa y sin tantas estupideces.
El viejo la miró, sus ojos se iluminaron cuando ella dijo aquella frase; esbozó una sonrisa y se acomodó en la silla al tiempo que movía el cuello tratando de relajarlo.
- Eres tal y como te imaginaba, dime algo, ¿recuerdas a tu madre?
- ¿Qué tiene que ver mi madre en esto?
- Solo responde la pregunta.
- No, si necesita saberlo nunca conocí a mis verdaderos padres, pero qué tiene que ver eso con toda esta mierda
- Vine porque le hice una promesa a tu madre.
Inesperadamente Manuel calló, prefirió observar la reacción de aquella bella joven para seguir con lo que a continuación tenía que decir.
- ¿Qué, qué está pasando?, ¿es ésta alguna mala broma? – preguntó Jackie entre molesta y confundida.
- No mi niña, no lo es; la promesa la hice hace mucho tiempo aunque pensé que nunca te encontraría, ¿quién pensarías que serías tú quien me vendería el antiguo orfanato?, pero te reconocí en cuanto vi tus ojos, son iguales a los de tu madre.
Lágrimas empezaron a brotar de los ojos de Jackie, era demasiado para entenderlo; los sentimientos se empezaban a acumular al igual que las preguntas y lo único que cabía en aquel momento eran las lágrimas; de alegría, desesperación, odio, tristeza.
Era difícil definir a qué sentimiento pertenecían en realidad estas lágrimas.
- Tal vez desees que me detenga – dijo Manuel levantándose de la silla - ¿sabes? Siempre me gustó escribir, era uno de mis hobbies desde antes que mis padres murieran, eso es algo que mantengo en mi memoria; pensé que deberías saber por mí la historia de tu familia, tu madre y la razón que tuvo para abandonarte, es por eso que te forcé a este extraño trato.
- ¿No hubiera sido mejor que hubiera empezado por esto desde un principio? – preguntó Jackie casi a gritos, mientras sus lágrimas aumentaban y su rostro se ponía rojo de furia.
- Lo lamento mi niña, pensé que si te lo decía de buenas a primeras nunca aceptarías todo lo demás que te tengo que contar.
- Aun así no tenía derecho a ocultarme esto, ¡es mi vida demonios, solo yo debo decidir!
- Lo sé y lo lamento, nuestro trato queda desecho si así lo quieres, no habrán más historias.
Jackie secó sus lágrimas algo nerviosa por la información que acababa de recibir, respiró hondo y observó al viejo fotógrafo; sus ojos ahora estaban llenos de tristeza y arrepentimiento por lo que había hecho.
- Deberé pensar sobre esto Don Manuel – dijo Jackie – la respuesta la tendrá mañana
- Está bien; y si sirve de algo de verdad siento haberte hecho esto.
- Sus disculpas no son suficiente Manuelito, pero es un comienzo, mañana le daré mi respuesta – dijo Jackie saliendo de aquella oficina al tiempo que veía de reojo las antiguas fotos que decoraban la habitación.
Una de ellas, la de un bebé de no más de unos días de nacida; tenía una marca en forma de media luna en su muslo derecho, extrañamente parecido al que ella tenía de nacimiento.
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