Existen dos lunas oscuras,
Que se posan sobre una nariz perfecta,
Cerca de un monte rosa,
Cuya belleza opaca aquellas lunas,
Que brillan con la música,
De una perfecta sonrisa,
Formando un rostro perfecto,
Impoluto por el tiempo,
Admirado y temido,
Amado y añorado,
Aquella fisonomía perfecta,
Entrelazada en su piel caoba,
Un eterno infante,
Cuyas facciones vuelan esculpiendo su imagen,
Entre ramas muertas y tumbas olvidadas,
Existe un rostro que no es uno,
Son varios,
Donde la perfección está unida a la ternura,
Y su efigie se aprecia entre las estrellas,
Junto al gato de Alicia.
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