22.6.16

Desafio



Cuando me desafiaron a recorrer el túnel nunca pensé seria un problema muy grande, era un viejo túnel ferroviario que dejo de usarse en los años sesenta y a pesar de las habladurías y leyendas que se entretejían alrededor del oscuro lugar cavado en aquel monte no me pareció un reto tan espectacular.

-         -  Claro que lo hare – le dije a uno de los muchachos intentando parecer más valiente que ellos.
-          - No serias capaz – dijo Ángel con una mueca de desprecio hacia mí.
-          - Lo hare las veces que quiera – le insistí. Debía ser más valiente que todos los chicos de mi barrio si quería  andar con ellos.
-          - Ok, ok, si te crees tan valiente muchachita – intervino el más alto del grupo intentando separar a Ángel y a mí de uno disputa que inminentemente acarrearía a golpes e insultos en cualquier momento – entonces te desafiamos a pasar la noche dentro del túnel, vendremos aquí alrededor de las diez de la mañana a ver como estas, ¿Qué dices?

Por un momento dude que responderles. Me gustaba andar con los chicos, nunca me gusto estar con chicas y hablar de peinados, vestidos y otras tonterías que a mi modo de ver me parecían absurdas y sin sentido pero desde que me mude a este pueblo ellos me habían dado problemas por el hecho de ser mejor que ellos y ser mujer pero aquel túnel viejo y oscuro si me daba miedo, pero no quería admitirlo.

-          - Debo pedirle permiso a mi mamá – dije con la esperanza de escaparme de su desafío.
-          - No hay problema – respondió Ángel sacando un teléfono celular de su pantalón jean y extendiéndomelo – diremos que pasaras la noche en mi casa y así podrás empezar la acampada desde ahorita.

Observe a Ángel mientras le arranchaba el teléfono móvil, sabía que no le agradaba desde el primer día que me presente en el grupo y lo supere en los deportes donde él era la estrella.
Después de una corta conversación con mi madre y una inesperada interrupción de parte de Ángel me dieron el permiso necesario para completar el desafío.

-       -  Está decidido – dijo Mario estirándose y haciéndolo ver mucho más alto de lo que ya era – te quedaras aquí hasta las diez de la mañana del día siguiente y veremos si debemos o no parar de fastidiarte como lo hemos hecho hasta ahora.
-       - Probablemente hasta te considere mi amiga – intervino Ángel intentando acariciar mi rostro.

Retrocedí unos pasos e ingrese a la oscura cueva encendiendo un pequeño reproductor de música que siempre llevaba conmigo decidida a probar que era mucho mejor que cualquiera de esos chicos y que eran ellos los que tenían que probarse para ver si yo quería o no su amistad.
Me senté en medio de la vía abandonada dentro del túnel, había suficiente luz para ver hasta cierta parte del lugar pero no quería ir hasta lo más oscuro. Poco a poco los seis muchachos se fueron alejando hasta que solo quedo Ángel quien aun desconfiaba que fuera a quedarme toda la noche, yo no le preste atención y sentada en medio del túnel seguí escuchando música y perdiéndome en sus melodías.
Pasaron varias horas y el calor empezaba a subir junto a un fuerte olor a humedad que penetraba mis fosas nasales y me inquietaba. Apenas habían pasado un par de horas y me parecían escuchar risas y gritos detrás y alrededor de mí pero suponía que era por la música que resonaba a través de los audífonos.
-          Cálmate, solo es un viejo túnel de tren, no existen los fantasmas, no existen los demonios ni nada de eso, son solo estupideces e inventos de gente con mucha imaginación – me dije a mi misma dando vueltas de un lado al otro del túnel quitándome los audífonos esperando dejar de oír aquellas voces que se mantenían en segundo plano.
Cuando me los saque por un momento todo estuvo en silencio, a lo lejos se escuchaba el viento entre la vegetación y el intermitente sonido de los grillos e insectos del lugar junto a la oprimente oscuridad del lugar en donde me encontraba.
Un rostro monstruoso emergió desde las sombras del exterior y alumbrado por una luz inferior grito: “¡BUH!” haciéndome saltar para atrás y automáticamente golpear su deforme rostro mientras gritaba y me adentraba un poco más en el túnel.

-          - Ouch, pendeja, soy yo – grito el monstruo quitándose la máscara y mostrando el rostro ensangrentado de Ángel mientras se limpiaba el liquido rojo que emergía de sus fosas nasales.
-          - ¡Idiota me diste un susto de muerte! – grite.
-          - ¡Cobarde! Vine para asegurarme que te quedaras aquí toda la noche – me dijo elevando un poco el rostro para no derramar más sangre sobre sus ropas.
-          - Típico de ti, no basta que te gane en futbol, vóley y natación, ¿tienes miedo que no mantenga mi palabra?
Iban a seguir discutiendo cuando un hombre con un gran sobrero de paja y descalzo salió de los matorrales bañado en sangre y montado en un caballo negro gritaba: “Se acerca el tren, se acerca el tren” momento en el cual Ángel hizo que me callara abriendo los ojos de par en par.
-          - ¿Qué te pasa? ¿crees que eso me asustara también? – le pregunte molesta mientras observaba de reojo como el sujeto cabalgaba hacia el otro extremo de los campos.
- Cállate, ¡Oh por Dios! Cállate, es real, mierda es real – se lamentaba Ángel pasando sus manos nerviosas por su cabello negro observando todo el lugar nerviosamente. 
   - ¿Qué mierda te pasa? No creas que me puedes asustar dos veces con algún tarado al que contrataste para hacer esa payasada – le dije seriamente.

Pero el no dejaba de caminar de un lado a otro de forma nerviosa hasta que se detuvo y se puso pálido.
-          Pronto vendrán, debemos irnos – dijo casi en un susurro ahogado mientras jalaba mi mano para abandonar el túnel.

-          No iré a ningún lado – le respondió molesta. Pensaba que era otro truco para demostrar que era solo una niña tonta y cobarde.
-          - No lo entiendes, ya vienen, ¡ya vienen!
-          - ¿Quién viene? Dímelo y tal vez me vaya de aquí.
-          - El tren de los muertos, es real, es real esa mierda y debemos irnos.

Yo pensé que estaba bromeando y lo empuje fuera del túnel para que me dejara en paz, el no dijo nada mas, solo salió corriendo siguiendo las antiguas vías del tren hasta el pueblo, escuche un grito ahogado pero pensé que Ángel seguía con su broma elaborada para fastidiarme la noche. Me coloque los audífonos y volví a escuchar música sin hacer caso a los susurros que parecían rodearme en la más profunda oscuridad del gruta.
“El tren está pasando, ya llega el tren” resonaba una voz a través del campo con una voz profunda y gutural que llegaba a todos lados. Yo ligeramente incomoda por todo lo que había pasado subí el volumen de la música y trate de dormir.
A mitad de la noche me desperté, un oscuro corredor se abría ante mi alargándose por lo que parecía kilómetros interminables, al final del túnel llovía de forma torrencial, las nubes grises inundaban el firmamento con su furia lanzando gruesas gotas de agua a la tierra. Tengo miedo pero no emito un sonido en  medio de una absoluta oscuridad, trago algo de saliva y empiezo a caminar con lentitud sin entender muy bien lo que sucedía. 

Es un sueño – me decía a mi misma casi en susuros -

Murmullos llegaban a mis oídos mezclados con gritos y gemidos en una impenetrable oscuridad.
En el exterior del túnel había alguien que parecía hacerme señales, parecía gritar que me apurara..
Mi respiración se hacía más pesada mientras la figura parecía gritar que me apurara haciendo señales desesperadas para que saliera del túnel.
Un olor a humo mezclado por los susurros que se iban acrecentando hasta volverse gritos desgarradores en una oscuridad en la que solo podía adivinar lo que se movía por los bizarros sonidos que acompañaban aquellos inhumanos alaridos.
Seres de humo emergen de las grietas invisibles del corredor: mujeres, hombres, jóvenes e infantes, sus manos intentan abrazarme, intentan decirme algo para luego desgarrarse su carne incorpórea mostrando calaveras que parecían sonreír para luego evaporarse en la oscuridad. “Ven con nosotros a las tinieblas, olvida el exterior y ven con nosotros”
Una mano se acerco a mi hombro en la oscuridad y me sacudió

-          - Despierta – me decían mientras seguían sacudiéndome – despierta de una puta vez Diana.

Al levantarme observe a Mario con una cara seria y sombría, detrás de él se encontraban los otros muchachos menos Ángel.

-         -  ¿Qué sucede muchachos? – les pregunte sonriéndoles mientras me acomodaba mi cabello – espero que no sean malos perdedores.
-        -  No es eso – dijo Mario – es Ángel.

Mis adormilados ojos reaccionaron al conectar sus caras tristes con Ángel y lo que, suponía era un sueño mezclado con una mala broma de ese muchacho celoso.

-        -   ¿Qué le paso?
-         -  Lo encontraron muerto cerca de la antigua estación del tren, tenía un boleto antiguo en su mano y sus ojos parecían prácticamente haber saltado de sus orbitas.

Mi corazón empezó a saltar al escuchar eso y desde ese día evito la línea del tren en especial cuando me parece ver un sujeto con un gigantesco sombrero de paja que advierte la inminente llegada del tren que aun espera por el pasajero que dejo atrás.


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