Cuando
me desafiaron a recorrer el túnel nunca pensé seria un problema muy grande, era
un viejo túnel ferroviario que dejo de usarse en los años sesenta y a pesar de
las habladurías y leyendas que se entretejían alrededor del oscuro lugar cavado
en aquel monte no me pareció un reto tan espectacular.
- -
Claro que lo hare – le
dije a uno de los muchachos intentando parecer más valiente que ellos.
-
- No serias capaz – dijo Ángel
con una mueca de desprecio hacia mí.
-
- Lo hare las veces que
quiera – le insistí. Debía ser más valiente que todos los chicos de mi barrio
si quería andar con ellos.
-
- Ok, ok, si te crees tan
valiente muchachita – intervino el más alto del grupo intentando separar a Ángel
y a mí de uno disputa que inminentemente acarrearía a golpes e insultos en
cualquier momento – entonces te desafiamos a pasar la noche dentro del túnel,
vendremos aquí alrededor de las diez de la mañana a ver como estas, ¿Qué dices?
Por
un momento dude que responderles. Me gustaba andar con los chicos, nunca me
gusto estar con chicas y hablar de peinados, vestidos y otras tonterías que a
mi modo de ver me parecían absurdas y sin sentido pero desde que me mude a este
pueblo ellos me habían dado problemas por el hecho de ser mejor que ellos y ser
mujer pero aquel túnel viejo y oscuro si me daba miedo, pero no quería
admitirlo.
-
- Debo pedirle permiso a
mi mamá – dije con la esperanza de escaparme de su desafío.
-
- No hay problema –
respondió Ángel sacando un teléfono celular de su pantalón jean y
extendiéndomelo – diremos que pasaras la noche en mi casa y así podrás empezar
la acampada desde ahorita.
Observe
a Ángel mientras le arranchaba el teléfono móvil, sabía que no le agradaba
desde el primer día que me presente en el grupo y lo supere en los deportes
donde él era la estrella.
Después
de una corta conversación con mi madre y una inesperada interrupción de parte
de Ángel me dieron el permiso necesario para completar el desafío.
- -
Está decidido – dijo
Mario estirándose y haciéndolo ver mucho más alto de lo que ya era – te
quedaras aquí hasta las diez de la mañana del día siguiente y veremos si
debemos o no parar de fastidiarte como lo hemos hecho hasta ahora.
- - Probablemente hasta te
considere mi amiga – intervino Ángel intentando acariciar mi rostro.
Retrocedí
unos pasos e ingrese a la oscura cueva encendiendo un pequeño reproductor de
música que siempre llevaba conmigo decidida a probar que era mucho mejor que
cualquiera de esos chicos y que eran ellos los que tenían que probarse para ver
si yo quería o no su amistad.
Me
senté en medio de la vía abandonada dentro del túnel, había suficiente luz para
ver hasta cierta parte del lugar pero no quería ir hasta lo más oscuro. Poco a
poco los seis muchachos se fueron alejando hasta que solo quedo Ángel quien aun
desconfiaba que fuera a quedarme toda la noche, yo no le preste atención y
sentada en medio del túnel seguí escuchando música y perdiéndome en sus
melodías.
Pasaron
varias horas y el calor empezaba a subir junto a un fuerte olor a humedad que
penetraba mis fosas nasales y me inquietaba. Apenas habían pasado un par de
horas y me parecían escuchar risas y gritos detrás y alrededor de mí pero
suponía que era por la música que resonaba a través de los audífonos.
-
Cálmate, solo es un
viejo túnel de tren, no existen los fantasmas, no existen los demonios ni nada
de eso, son solo estupideces e inventos de gente con mucha imaginación – me
dije a mi misma dando vueltas de un lado al otro del túnel quitándome los
audífonos esperando dejar de oír aquellas voces que se mantenían en segundo
plano.
Cuando
me los saque por un momento todo estuvo en silencio, a lo lejos se escuchaba el
viento entre la vegetación y el intermitente sonido de los grillos e insectos
del lugar junto a la oprimente oscuridad del lugar en donde me encontraba.
Un
rostro monstruoso emergió desde las sombras del exterior y alumbrado por una
luz inferior grito: “¡BUH!” haciéndome saltar para atrás y automáticamente
golpear su deforme rostro mientras gritaba y me adentraba un poco más en el
túnel.
-
- Ouch, pendeja, soy yo –
grito el monstruo quitándose la máscara y mostrando el rostro ensangrentado de Ángel
mientras se limpiaba el liquido rojo que emergía de sus fosas nasales.
-
- ¡Idiota me diste un
susto de muerte! – grite.
-
- ¡Cobarde! Vine para
asegurarme que te quedaras aquí toda la noche – me dijo elevando un poco el
rostro para no derramar más sangre sobre sus ropas.
-
- Típico de ti, no basta
que te gane en futbol, vóley y natación, ¿tienes miedo que no mantenga mi
palabra?
Iban
a seguir discutiendo cuando un hombre con un gran sobrero de paja y descalzo
salió de los matorrales bañado en sangre y montado en un caballo negro gritaba:
“Se acerca el tren, se acerca el tren” momento en el cual Ángel hizo que me
callara abriendo los ojos de par en par.
-
- ¿Qué te pasa? ¿crees
que eso me asustara también? – le pregunte molesta mientras observaba de reojo
como el sujeto cabalgaba hacia el otro extremo de los campos.
- Cállate, ¡Oh por Dios!
Cállate, es real, mierda es real – se lamentaba Ángel pasando sus manos
nerviosas por su cabello negro observando todo el lugar nerviosamente. - ¿Qué mierda te pasa? No creas que me puedes asustar dos veces con algún tarado al que contrataste para hacer esa payasada – le dije seriamente.
Pero
el no dejaba de caminar de un lado a otro de forma nerviosa hasta que se detuvo
y se puso pálido.
-
Pronto vendrán, debemos
irnos – dijo casi en un susurro ahogado mientras jalaba mi mano para abandonar
el túnel.
-
- No lo entiendes, ya
vienen, ¡ya vienen!
-
- ¿Quién viene? Dímelo y
tal vez me vaya de aquí.
-
- El tren de los muertos,
es real, es real esa mierda y debemos irnos.
Yo
pensé que estaba bromeando y lo empuje fuera del túnel para que me dejara en
paz, el no dijo nada mas, solo salió corriendo siguiendo las antiguas vías del
tren hasta el pueblo, escuche un grito ahogado pero pensé que Ángel seguía con
su broma elaborada para fastidiarme la noche. Me coloque los audífonos y volví
a escuchar música sin hacer caso a los susurros que parecían rodearme en la más
profunda oscuridad del gruta.
“El
tren está pasando, ya llega el tren” resonaba una voz a través del campo con
una voz profunda y gutural que llegaba a todos lados. Yo ligeramente incomoda
por todo lo que había pasado subí el volumen de la música y trate de dormir.
A
mitad de la noche me desperté, un oscuro corredor se abría ante mi alargándose
por lo que parecía kilómetros interminables, al final del túnel llovía de forma
torrencial, las nubes grises inundaban el firmamento con su furia lanzando
gruesas gotas de agua a la tierra. Tengo miedo pero no emito un sonido en medio de una absoluta oscuridad, trago algo
de saliva y empiezo a caminar con lentitud sin entender muy bien lo que
sucedía.
Es un sueño – me decía
a mi misma casi en susuros -
Murmullos llegaban a mis oídos mezclados con gritos y gemidos en una impenetrable
oscuridad.
En
el exterior del túnel había alguien que parecía hacerme señales, parecía gritar
que me apurara..
Mi
respiración se hacía más pesada mientras la figura parecía gritar que me
apurara haciendo señales desesperadas para que saliera del túnel.
Un
olor a humo mezclado por los susurros que se iban acrecentando hasta volverse
gritos desgarradores en una oscuridad en la que solo podía adivinar lo que se
movía por los bizarros sonidos que acompañaban aquellos inhumanos alaridos.
Seres de humo
emergen de las grietas invisibles del corredor: mujeres, hombres, jóvenes e
infantes, sus manos intentan abrazarme, intentan decirme algo para luego desgarrarse
su carne incorpórea mostrando calaveras que parecían sonreír para luego
evaporarse en la oscuridad. “Ven con nosotros a las tinieblas, olvida el
exterior y ven con nosotros”
Una
mano se acerco a mi hombro en la oscuridad y me sacudió
-
- Despierta – me decían
mientras seguían sacudiéndome – despierta de una puta vez Diana.
Al
levantarme observe a Mario con una cara seria y sombría, detrás de él se
encontraban los otros muchachos menos Ángel.
- -
¿Qué sucede muchachos?
– les pregunte sonriéndoles mientras me acomodaba mi cabello – espero que no
sean malos perdedores.
- -
No es eso – dijo Mario
– es Ángel.
Mis
adormilados ojos reaccionaron al conectar sus caras tristes con Ángel y lo que,
suponía era un sueño mezclado con una mala broma de ese muchacho celoso.
- -
¿Qué le paso?
- -
Lo encontraron muerto
cerca de la antigua estación del tren, tenía un boleto antiguo en su mano y sus
ojos parecían prácticamente haber saltado de sus orbitas.
Mi
corazón empezó a saltar al escuchar eso y desde ese día evito la línea del tren
en especial cuando me parece ver un sujeto con un gigantesco sombrero de paja
que advierte la inminente llegada del tren que aun espera por el pasajero que
dejo atrás.
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