Son las 11:55 p.m. según el reloj
en la mesita de noche, él sabe que no tiene mucho tiempo, ya ha intentado todo
lo que está a su alcance para evitarlo, todos lo hicieron pero ninguno ha
sobrevivido y ahora es su turno, lo sabe, lo siente en sus huesos es por eso
que a pesar de lo que vaya a suceder debe dejar un testimonio de los
aterradores eventos que están por suceder, de los que han sucedido. Sin mediar
palabra toma un bolígrafo y un cuaderno, se sienta en su escritorio lleno de obras
arcanas y luego de hacer un lado algunos viejos libros, empieza a escribir.
Llega un momento en la noche, cuando todo ruido cesa, las aves se callan,
el canto de los grillos se detiene e incluso el viento nocturno deja de soplar.
Mucho afirman que es la hora de las brujas, cuando los espíritus y demonios se
elevan de los infiernos para atormentar a los humanos que aún están despiertos,
pero yo se la verdad.
Los huesudos dedos detuvieron su
escritura y el cuerpo ligeramente encorvado de un joven de no más de veinte
años se levantó de su asiento y empezó a dar vueltas revisando cada esquina de
su habitación e incluso se asomó por la ventana, como si esperara encontrar a
alguien en el exterior, luego de no encontrar ni siquiera un insecto a la vista
lanzo un corto suspiro y volvió a sentarse frente a su escritorio para reanudar
su relato.
Lo descubrí aquella noche de septiembre cuando terminaba de leer un libro
sobre leyendas de mi país con la esperanza de que me quitara el insomnio que
por cuarta noche consecutiva atacaba mi cerebro. Al finalizar el libro pude
notar dos cosas que no había notado hasta ese preciso momento, la primera era
que sin importar cuantos libros leyera o las veces que me masturbara el hombre
de arena se negaba a visitarme y la segunda, y más importante cosa que note fue
el abrumador silencio que se cernía a mi alrededor, como si todo el planeta
hubiera muerto justo en ese instante.
La mano del joven se puso a temblar
deteniendo de forma abrupta su escritura se levantó como si escuchara su nombre
ser pronunciado desde el exterior y con el corazón palpitante se asomó a la
ventana con la esperanza de encontrar la calle vacía, pero en lugar de eso se
encontró con una pequeña figura envuelta en oscuridad, eludiendo cuidadosamente
la luz de las farolas nocturnas, parecía apenas un muchacho observando en
silencio su casa, el joven cerro la cortina y se siento tratando de ignorar
aquel extraño ser, evitando derramar lágrimas. Tenía miedo y las voces antes
silenciosas de los muertos empezaban a reír y aullar al percatarse que el
muchacho exudaba terror por sus poros y que su corazón latía con más fuerza a
cada segundo haciendo que sus palpitaciones se volvieran tambores que resonaban
contra sus huesos.
Un par de suspiros para tratar de
calmar temporalmente su miedo, y luego de encender todas las luces de su casa
tomo el lápiz para continuar su escrito de forma más acelerada, como si algo
inevitable estuviera por atraparlo.
Fue en esa última línea de esa leyenda, decía: “la hora de las brujas no
es un momento en el tiempo específico, puede ocurrir en cualquier instante.
Cuando sientas que no hay sonidos a tu alrededor, que toda actividad ha cesado
y tu piel se vuelva como la de una gallina ante el carnicero es cuando la hora
de las brujas ha llegado” Luego de investigar en diferentes libros sobre
ocultismo encontré poca información sobre aquella hora macabra, me hablaban
sobre rituales paganos a ciertas horas donde las puertas del mundo espiritual
se abrían o leyendas para asustar a los niños pero no mucho más haciendo que mi
curiosidad se acrecentara al no encontrar muchos datos sobre lo que era
realmente es hora maldita. Luego de hablar con un conocido experto en ocultismo
me recomendó un método para detectar cuando caerá la “hora de las brujas” y un
ritual para abrir la puerta del mundo más allá de este, sin embargo me advirtió
que nunca lo hiciera si quería mantener mi cordura. Dirigido más por mi malsana
curiosidad que por mi instintivo temor a lo desconocido quise probar esa teoría
jugando con mi novia y un par de amigos a la ouija, Katherina era bastante
sensible a los asuntos paranormales y le comente sobre la teoría de la hora de
las brujas, ella al principio dudo en apoyarme con esto pero después de un par
de noches de insistir en el asunto ella accedió eligiendo un miércoles de
ceniza a las 3:33 a.m. para iniciar el ritual donde llamaríamos a un espíritu
cualquiera para revelarnos la verdad de la “hora de las brujas”
Continuara...