Adoro ser el centro de atención en una sala donde no estoy presente; que murmuren sobre mi a mis espaldas y me lloren o me odien con locura.
Me gusta mantener mi oscuro anonimato en una extraña fama que baila entre los conocidos que me admiran secretamente y aquellos que me desprecian públicamente.
Tal vez no debería decir eso, soy un simple insecto aunque tenga infulas literarias, lo máximo que puedo hacer es zumbar entre la basura, pegado a las paredes de baños públicos y bibliotecas abandonadas, plasmando mis historias, soñando entre tantos bichos como yo en publicar un libro para humanos e insectos por igual.
Aun con todos esos sueños siento que la fama me llega de forma fugaz con el zumbar del matamoscas a pocos centímetros de mis alas.
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