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- Es lo más interesante que he escuchado – dijo la joven con un rostro maravillado por las palabras de aquel distinguido caballero, mientras sorbía un poco del vino que contenía la copa.
El anciano sonrió y probó un poco del vino también, mientras suspiraba observando el líquido carmesí que contenía la copa, imbuido en sus propios recuerdos al tiempo que decía:
- Y es tan solo el principio.
- No puedo esperar a que me diga el resto – insistió la joven de bienes raíces, mientras se le iluminaba el rostro.
El anciano sorbió un poco más del vino, lanzó un largo suspiro y sonrió mostrando unos perfectos y blancos dientes a la joven vendedora.
- Todo a su tiempo mi amiga, si le contara toda la historia ahora, ¿dónde estaría la diversión?
La joven entendió que aquel abreboca sería todo lo que el anciano contaría sobre su vida en el orfanato por el día de hoy.
- Lamento haber sido tan insistente
- No se disculpe, venga a la misma hora mañana, esta vez me encontrará aquí mientras arreglo todo, le prometo que le contaré algo más sobre mi vida, si así lo desea.
La mujer asintió con una sonrisa.
La tarde agonizaba y, mientras la joven vendedora salía del edificio, veía como el anciano se detenía en mitad del patio interior observando las habitaciones ahora vacías del lugar, los pasillos y escaleras, era como si aun pudiera escuchar las risas y la humillación de su primer día en aquel lugar, al igual que el recuerdo de su salvadora la cual parecía traerle una sonrisa cada vez que la mencionaba, aquella actitud hizo que la vendedora sintiera más curiosidad sobre aquel viejo fotógrafo y la idea de regresar a escuchar el resto de la historia se hizo por demás irresistible.
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