Irrespetando la línea imaginaria que separa lo real de lo onírico y lo espectral, José Núñez del Arco(Guayaquil 1980), nos introduce en las venas el liquido escalofriante de los submundos ocultos, sirviéndose de un instrumento mediático: El aullido de las moscas, libro de pequeño formato cuyas apretadas paginas nos revelan a un genuino maestro de
La narrativa de Núñez del Arco, llena significativamente ese vacío con sus cuentos irreverentes, mezcla de premoniciones y miedos, pero también combinación atrevida de sexo locura y muerte.
El miedo esta impreso de manera recalcitrante en varios relatos de este ensordecedor “coro de aullidos” cuyo vigor espeluznante se hace presente desde el mismo autoprologo del libro, el que es una tacita advertencia del autor a sus potenciales lectores en el sentido de que los esperan historias desestabilizantes, narradas por una voluntad creativa “poseídas por fuerzas demoníacas”.
El miedo tratado en forma bifronte: el que experimenta la psiquis y el que palpita en el mundo externo, oprime entre estos dos aspectos al protagonista de “Tranquilizante Fílmico”, quien en si concentra los caracteres de los protagonistas de este cuentario: casi todos los personajes horrorizados del papel que les ha tocado cumplir dentro de las dramáticas situaciones que encaran los cuentos.
El miedo, como factor de suscitación sexual, tendrá una presencia enfática en el texto “orgasmo interdimensional”, cuyo clímax sobrevendrá luego del manipuleo obsesivo al que el protagonista somete a un cubo de juguete, que cobrara súbita vida cuando “cientos de pequeñas cadenas con garfios afilados emergieron del interior de aquel ser espectral, fijándose a todo mi cuerpo desgarrándome lentamente, excitándome, deshaciendo mi ser en un orgasmo inacabable, matándome”.
Cuentos dentro de los cuales el paroxismo textual esta articulado al cimas de tipo sexual, son aquellos en los que la voz protagónica se entrega con intensidad a encuentros amatorios con seres vivos o con muertos, o también consigo mismo, cuando practica el placer carnal en solitario.
Textos marcadamente eróticos constituyen “Serpientes en mi”, “El clímax del silencio” y “Conversación Final”, los que por su literaturalidad implícita no se internan en el campo de la explicitad pornográfica, sino que se mueven en un clima de abierta sugestividad.
“Aúllan las moscas” de manera ensordecedora cuando se posan sobre la textualidad pútrida de piezas de innegable calidad como “El Intercambio” y “Bajo las sombras del olvido”.
Cuento nimbado por un halo fantasmal, como el característico de la “Mansión Usher” de Edgar Allan Poe, es “El Intercambio”, el que presenta como foco argumental una situación del todo inédita en la realística nacional, la que obligado a enseñarle a su hermano menor, quien irremediablemente va a morir a causa de un cáncer terminal, el espacio en el que reposara su muerte por siempre: un cementerio.
Mención especial merecen los cuentos breves del narrador, todos ellos provistos del elemento sorpresa, cuando no de una dosis de humor negro, como los titulados “Velatorio”, “Claustrofobia”, “Uno de despedida”, etc. Destaca en estas piezas cortas el titulado “
Con El Aullido de las Moscas, José Núñez del Arco ingresa por derecho propio, y bien consolidado, a los anales prestigiosos de ese rubro de la narrativa ecuatoriana, todavía poco cultivada, en el que la paranormalidad se fusiona al mundo real para entregarnos, productos en los que la opaca sombra de la premonición se conjuga con la luz del verdadero hallazgo literario.
Sonia Manzano Vela
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